jueves, 24 de julio de 2008

june entre mis dedos




June era peligrosa, pero no cruel. Además, el peligro es subjetivo...

La pauvre June, la pauvre Anaïs... no hay piedad para ellas, cada una con su carga.

Él decía que ella había sido la culpable de todo, la que le había abandonado. Imagina por un segundo que no fue así, que tanto misterio y aire de vampiresa, de las que clavan los comillos y hacen brotan la sangre del cuello, que todo eso sólo estaba en la cabeza de los hombres (y de algunas mujeres).
Claro que interpretaba un papel, como todos, lo que pasa es que ella se sabía el suyo a la perfección y no cometía errores ni en las palabras ni en la imagen.
Un, dos, tres, mano de hombre acercándose dubitativa hacia su piel. Cuatro, cinco, seis, respuesta firme, tierna.. y ya está, ahora ella es la culpable, pero.. ¿quién comenzó el juego?



Algo de Valente para comprender mejor...



EL DESEO ERA UN PUNTO INMÓVIL...
Los cuerpos se quedaban del lado solitario del amor
como si uno a otro se negasen sin negar el deseo
y en esa negación un nudo más fuerte que ellos mismos
indefinidamente los uniera.


¿Qué sabían los ojos y las manos,
qué sabía la piel, qué retenía un cuerpo
de la respiración del otro, quién hacía nacer
aquella lenta luz inmóvil
como única forma del deseo?


jOSÉ aNGEL vALENTE.





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