jueves, 10 de julio de 2008

estábamos cerca

Estábamos cerca, a tres metros exactamente. Presentía tu cuerpo detrás de mi, aunque no miré hacia atrás, como en aquel cuento de la mitología griega, temía que desaparecieses si miraba atrás.

Veía mis brazos a ambos lados, encuadrando mi tronco, separándome de la gente. Ahora soy yo sola, me dije, soy yo y nadie más. Aunque otros se besen, a mi sólo me rodean estos brazos lánguidos, tristes. Soñaba con que andabas esos tres metros y me alcanzabas, cogías mis brazos y me besabas el cuello con delicadeza, pensaba en tu mano parcialmente iluminada, en como la había mirado minutos antes con toda la intensidad de la que era capaz para intentar atraerla hasta mi.

La miraba, no te haces una idea de como la miraba; veía como se extendía desde tu cintura hasta mi hombro, como comenzaba a acariciar mi cuerpo eliminando cualquier prenda que se cruzara a su paso. Es preciso eliminarlas para que ella acceda a algunos secretos con caricias cuidadosas pero valientes. Toda mi valentía se ahogaba en mi mirada, yo la mantuve fija en tus dedos hasta que cambiaste de posición, yo miré aquellos dedos alargados estudiando sus posibles movimientos al igual que en una partida de ajedrez: si tu das medio paso hacia la izquierda, yo daré un cuarto hacia la derecha y cuando mi distanciamiento te ofenda, cuando acerques un octavo contratacaré con medio paso completo... pero los dedos no cambiarán de postura. Ellos son la reina, que se guarda cualquier movimiento hasta que no es estrictamente necesario el darlo para ganar la partida.
La partida....

2 comentarios:

CarmenS dijo...

Estás escrubiendo mucho y parece que con ganas. Cuánto me alegro. Escribir es una actividad maravillosa, divertida, curativa, de todo.
Besitos

Marcelo dijo...

Que los dedos sean la reina es simplemente fantástico!
Es bueno reecontranos