domingo, 29 de junio de 2008

esta tarde

Esta tarde me quedo en casa con un libro en el regazo y un gran vaso de té helado. Mi vestido blanco me acaricia la piel con susurros de algodón y lino domados.
En cada vuelta de hoja, en cada cruce de piernas el sentido del tacto me hace recordar las caricias casi imperceptibles de tejidos lejanos.
Tejidos, un gemido
suave y contenido por el miedo a espantar esa distancia tan corta,
no podía desear más ni menos que aquello.

Dice Novalis que el ojo es un órgano superficial, a veces es lo de menos,
muevo las piernas, llevo una mano hasta ellas
cruzando la frontera de tela hasta las rodillas,
al chocar contra mi misma el recuerdo no es una imagen,
no te guardo en la mirada

Hélène era el iris de las brumas al bailar,
el bailer de tu respiración convertía la habitación en un espacio blando,
flexible,
yo caía sobre una pared con cada poro en tensión y ella se doblaba adaptándose a mi,
devolviéndome después a tu vera.

Vera es un bonito nombre que me hace pensar en tardes de verano similares a estas,
con té helado, libros y un vestido blanco,
pero en un lugar distinto,
en el jardín de una gran casa, rodeada de la aristocracia rusa
con Vladimir asintiéndo casi complacido ante el baile surrealista que a los dos nos gusta
interpretar

Yo soy algo parecido a Ada, aunque no tan carnal
toda mi pasión descansa en las palabras, abusa de ellas, las viola,
hace que la gente se horrorice y me desprecie
aunque al final sólo quede esta tarde

pour vous, monsieur

3 comentarios:

CarmenS dijo...

Las palabras van surgiendo, encadenándose, tirando del hilo del pensamiento. Sigue buscando las que te retratan.
Y un beso fuerte

Marcelo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marcelo dijo...

Vuelvo a leer este maravilloso texto, y me pregunto por qué no dejé un comentario la primera vez. Y creo que debe haber sido por ese enigmático y deseado "pour vous, monsieur"